Dra. Daniela Aldoney participa en Simposio: Parentalidad, pobreza y COVID-19 | Encuentro Internacional Sobre Habilidades Socioemocionales
La Dra. Daniela Aldoney participa en simposio en donde presenta las influencias del COVID-19 en la parentalidad y pobreza.
La evidencia muestra que nacer en una condición de pobreza disminuye las probabilidades de un desarrollo óptimo, limitando las posibilidades de tener un futuro exitoso. Se ha visto que, mientras más temprana la edad en la que se vive la pobreza, más efectos negativos tiene en el desarrollo de los niños.
Uno de los mecanismos por los cuales la pobreza afecta el desarrollo de los niños es a través de la parentalidad. El modelo de estrés parental plantea que la falta de ingreso familiar altera el bienestar de los padres y madres, lo cual afecta la calidad de la parentalidad. Esto, a su vez, afecta el desarrollo infantil. Por otro lado, el modelo de inversión parental explica el efecto de la pobreza en la parentalidad a través de la limitación de la posibilidad de proveer materiales y ambientes estimulantes de un desarrollo positivo, a causa de la falta de ingreso.
Si bien la parentalidad se ve muy afectada por la pobreza, también es uno de los factores protectores más potentes de los efectos negativos de la misma sobre el desarrollo de los niños y niñas. Un estudio con 115 familias de la comuna de Puente Alto, Santiago, encontró que los hijos de familias de bajos ingresos cuyas madres apoyaban la literacidad de forma indirecta (leían con ellos, brindaban más material de lectura, les enseñaban palabras nuevas), tenían un mejor desarrollo del lenguaje que aquellos que lo hacían de manera más instructiva (enseñarles directamente a leer). Además, se encontró que en el período de cuarentena obligatoria aumentó la depresión en familias de bajos ingresos, mientras que el estrés parental no varió. Se vio que las familias presentaron trayectorias de adaptación, por ejemplo, reportaron menor desorganización del hogar a medida que pasaba más tiempo en cuarentena.
El COVID-19 no afecta a todos por igual. Los estudios muestran que la pobreza agrava aún más las dificultades asociadas al COVID-19, lo que finalmente configura un ambiente poco propicio para el desarrollo de los niños y niñas. Las familias que viven en pobreza presentan mayor vulnerabilidad, pero algunas presentan ciertas fortalezas, como la sensibilidad o capacidad de adaptación de los cuidadores, y es sobre esas fortalezas que se debe trabajar para poder acompañarlas. Por esto, para cuidar a los niños y niñas, debemos preocuparnos de cuidar a sus cuidadores